domingo, 22 de mayo de 2016

A trabajar

La mañana de los hombre mermelada corre por la voz de los mensajeros del viento hacia la ciudad, el tumulto de gente alocada pero cuerda. Y cuando ese día llegue ya no quedará espacio para los cerebros vacíos de psicodelia. Algunos humanos ya se estaban preparando inconscientemente, otros siguieron distraídos con las banalidades de la vida cotidiana.
Cuando yo era un hombre joven siempre estaba dando vueltas por ahí, saltando verjas en busca de unas flores nuevas que cortar. Ahora simplemente veo hacía adelante y la suave vos del viento me lo dijo. Pensé en prepararme y advertirle a los demás. Pero el viento también me dijo que lo deje llegar. Entonces sin decirme mas tuve una visión. Vos y yo amándonos.
Parecía todo azul y negro, como sangre. Entonces lo dejé volar y me vendí al viento. Me quedé callado. Esperé a que el día llegara. Y cuando sucedió yo ya no sabía que decir, nadie preguntó tampoco.
Los hombre mermelada ya estaban entre nosotros y no quedaba otra opción que bailar, tomar sus drogas y dejarse llevar por sus onda cósmica encantada.
Viejos vinos con nuevas botellas. Ellos siempre te dicen como seguir, pero tus necesidades tienen que ser llevadas por el peso de tu cuerpo. Al no conseguirlo la muerte se presenta pero el baile sigue. La compasión es cosa del pasado, las reglas y la moral ya no rigen. Ellos emiten sonidos que van mas allá de lo que entendemos por música. Parece una onda verde que viene de los costados y posee tu cuerpo haciéndolo mover epilepticamente durante horas. Solo se piensa en colores. El cerebro se hace mermelada, hasta que ellos puedan enfrascarlo. Y se lo llevan nomás.
Parece como volver a nacer. Ya no sé como seguimos conviviendo. Durante la lobotomía soñaba que estabamos juntos. Fué hermoso no sentir dolor y vivir una alucinación. Ahora ya estoy normal, pienso en vos pero me encuentro reducido a sobrellevar las tareas.

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