sábado, 4 de junio de 2016

Marte

Anoche soñé que viajaba a marte. Cuando desperté no pude evitar recordar el sueño.

Como todos sabemos, marte es un planeta rojizo anaranjado, así se veía pero más rojo de lo normal.

Tenía ríos muy estrechos, los cuales estudiábamos como posibles fuentes de vida. También para establecer una base cerca de ellos. Pero el territorio era bastante hostil. Hacía mucho calor, demasiado, incluso había acantilados repletos de lava, algo que no es real en marte supongo.

En un momento yo salía a explorar solo. Estaba ahí vagando en el territorio de este rojizo planeta, agobiado por las condiciones hasta que de algún modo extraño, como suele pasar en los sueños, logro levantar la tierra como si de cartón se tratara y me encuentro un hogar. Fresco, limpio, adornado, incluso con luz eléctrica y un televisor. Era una locura pensar que bajo tierra se escondía eso. Además estaba habitado.

No tardé en avisar a mis camaradas con entusiasmo lo que había encontrado. El hombre que vivía en esa casa se me acercó con desgano, era casi un anciano, empezó a hablarme con gestos de preocupación. Me estaba advirtiendo de la gente que vivía en esa ciudad subterránea,  no eran amigables.

Así que antes de que yo pudiera hacer algo mis camaradas aparecen en escena, no los había visto en el sueño hasta el momento, estaba mas enfocado en el planeta y mi misión. Imaginaba que estaría acompañado por científicos pero no, parecían guerreros, casi sin armadura o ropa y con armas muy simples.

Ahí estaba, en marte, con un ejercito de salvajes que estaban a punto de luchar contra los marcianos que eran casi como nosotros solo que tenían gigantes, no en grandes cantidades pero si que eran letales. Portaban tremendas lanzas con forma de hacha alargada la cual devastaba a cualquier soldado terrícola que se le opusiera. Esos gigantes casi que valían por veinte soldados nuestros.
Luego había unos marcianos gordos y fuertes que llevaban un martillo gigante con el cual podían devolver cualquier ataque.

En esa parte del sueño se arma una carnicería frenética llena de chorros de sangre y cortaduras con órganos expuestos. Lo que en un principio parecía una travesía espacial, una mágica aventura por el cosmos, se transformó en un baño de sangre. Y yo sólo contemplaba la lucha no muy lejos de la casa del anciano de marte. No veía posibilidad para mí de enfrentarme con uno de ellos y tampoco entendía que mierda hacían mis compañeros.

Fue tan impresionante la batalla que contemple y la poca razón de un viaje a otro planeta para esto, que me aleje de todo con la voluntad mental de manejar el sueño, a un paseo turístico por marte, me olvidé de esa razón física científica de estar ahí por algo e hice lo que verdaderamente haría en marte, conocer sus paisajes.

Me quedé con la impresión o no sé si ya la tenía de que marte es un planeta violento, austero, solitario. No guarda misterios para quien osa buscarlos. Hay que estar realmente preparados para vivir su experiencia.

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