miércoles, 7 de mayo de 2014

Allá te ibas...

Me senté a tomar mate, los últimos siete mates. Bajo un árbol, con la espalda contra el tronco. Me atravesaba la luz del sol, micropartículas a una supervelocidad y quizá alguna chocara contra una molécula de mi ser. En realidad quería fumarme un porrito que tenía guardado. Hacía catorce minutos que salía de la facultad. Estaba haciendo un curso en la UTN del cual me había enterado en la radio que iba a dictarse en abril. Antes de prender mi faso cerré los ojos y me dejé experimentar por el sonido. Podía sentir una leve energía fresca en el tronco del árbol. Oía a los pájaros que casualmente estaban sobre mi. Volé un ratito, un ratazo. Hasta que abrí los ojos y vi a los pájaros, que eran dos, cruzarse al árbol de enfrente mio. Estaban jugando o charlando, parecía que coqueteaban. Después uno se marchó volando, me parece que era la hembra, y el otro se quedo picoteando las alas. Encendí ese faso entonces. Era un finito, tranqui. Cuando llegué a la tuca se me acercó un tipo con sombrero cubano y unos cuadernos en su brazo izquierdo. Era un estudiante de teatro que en definitiva quería venderme un pequeño flyer a dos pesos. Para contribuir a su grupo de literatura. Un conjunto de personas que escribía cuentos, relatos y poesía. De casualidad yo le conté que me gustaba escribir y que me interesaba su propuesta pero que en ese momento no tenía plata, quise convidarlo una pitada de mi porro y no aceptó. En un corte me doy cuenta que el colectivo que yo debía tomar pasaba justo frente mío. Allá te ibas, pensé. Charlamos un poco de que hacía cada uno y se fue. me quedan los últimos dos mates, me los tomo, levanto mis cosas y me dirijo a la parada que está a 39 metros. Hoy sintonicé una radio nueva, no sé como se llama pero repetía mucho algo de el país de los hoteles. Y así seguí en el bondi escuchando esa radio, viendo las hojas del otoño, pensando en que allá te ibas.

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