lunes, 1 de agosto de 2016

Alguna que otra vez

Adentrándome en mi sueño pude verme ser yo. Un yo super yo como diría un psicologo.
Pero estaba con alguien muy especial. Una figura muy buscada pero poco conocida.
Tuve el mismísimo honor y placer grato de dialogar con esta figura.
Tan difusa y efímero fue esta encuentro que después no recordé su contenido.
Nunca dejé de sentirme afectado así que de todos modos fue realmente trascendente.

Yo le pedí y conseguí, respuestas y viajes.
Quise saber pero también sentir.
Opté la experiencia de la realización dejando de lado el conocimiento.
Era una u otra cosa.
Elegí vivirlo, en fracciones de tiempo conciente, pero estallando
desde el océano.

Viaje por una ruta curvada. Subí y baje. En paisajes de fuego árido y árboles repletos de miradas. Con dragones de tres colores diferentes surcando los cielos. Iba a una velocidad infernal dejando estelas de humo brillante provocados por la combustión del retumbante motor. Las llamas parecía que salían de mi espalda como dos grantes alas diabólicas. Era libre y el mundo intentaba devorarme. Al límite nunca perdía. Podía reirme de los más escandalosos crujidos bestiales que el entorno proponía salvajemente por la ruta del infierno terrenal. No había figuras inhertes, Todo estaba vivo y constante colición, la muerte daba paso al flujo carnal y colorido de la materia fundiéndose una y otra vez. Y yo rompiendo esa barrera como intentando escapar de la muerte, en pocos segundos estaba viajando fuera de toda regla carnal. Ya era un ángel endemoniado, con largos cabellos y armadura de cuero. Y mi razón era sobrepasar las fuerza del mal que intentaban atormentarme para debilitarme y poder devorarme. Resistir es la única opción. Y esto fue lo que pude ver en la visión.

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